Es indiscutible que Rodríguez es un maestro del regate, el quiebro y los tiempos. El cuerpo a cuerpo es su especialidad, que la ha vuelto a utilizar con los representantes de las asociaciones contra la LOE. Político de casta, frente a padres y profesores cuya picardía es querer educar a sus hijos o alumnos. De las solicitudes, dimisión de la ministra, paralización y retirada de la ley, nada de nada. Con su habitual mirada conciliadora, les plantea que hay "margen y tiempo" para llegar a "consensos importantes" en la reforma educativa durante la tramitación parlamentaria. Ganar tiempo se le llama a eso, practicando la escena del sofá, para dentro del parlamento echarle la culpa a los socios. El pobre partido y su presidente chantajeados, ya lo hemos visto en otras leyes y no lo cree nadie medianamente cauto.
La prueba del algodón es la asignatura de Religión, que el Gobierno mantiene que no es posible que sea computable para el curriculum. Si como vienen pregonando al unísono Rodríguez y los suyos, el más de millón y medio de los que se manifestaron protestaban por la religión y era cosa de sotanas, es el botón de muestra de la inamovilidad de sus posturas antes los que allí fueron y ha recibido.
Considera Luis Carbonell de CONCAPA, que los dos millones de manifestantes del sábado han hecho posible que se empiece a dialogar. Lamento discrepar de que a eso se le llame diálogo, al haber comprobado como tramitan las leyes, "dialogando" y recibiendo propuestas para el dossier. Leyes que después de doblegar al Senado, al aprobarlas definitivamente, son incluso más radicales que inicialmente.
La única fuerza es esa, la de los dos millones en la calle o los recursos judiciales. Ha nacido la "Educación para el sofá", la que convierte el diálogo y el consenso en un arte, que lamentablemente nada se parece a su significado.
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