Platero y los otros |
Estimado Director: Con una sonrisa recordamos la enseñanza de nuestros clásicos infantiles. Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. El tierno burrito Platero que Juan Ramón Jiménez nos regaló, ahora se encuentra su especie como protegida. La adolescencia alegre se transforma en madurez sorprendida. Las pataditas del burrito de antaño es la coz de la bestia de hoy. Señal fáustica de entreabrir la puerta de ese infernal mundo, ocurre cuando se le pregunta a los que reclaman diálogo. La paz como emblema de redacción colegial se convierte en ultrajada damisela estandarte de la ignominia liberticida. Condena, perdón y reparación no entra en este nuevo pacífico léxico. Envalentonados por la ventaja de los goles metidos al Estado, enaltecen su orgullo asesino ante jueces y cámaras. La metamorfosis del burrito en potro salvaje y desbocado, cocea la Audiencia Nacional con el mismo grito de guerra verificado. Verificación de que no se ha asesinado hasta ahora, el resto está suficientemente verificado para esos españoles que no entran en el blanco cupo. La pérdida de la inocencia no significa la evasión de la cordura y el entendimiento, para comprender el triste espectáculo que representa lo que llaman proceso de paz. Proceso que traduce Batasuna-Eta como de autodeterminación. Entiéndase autodeterminación de los que eso reclaman, el resto ya se encuentra determinado a sus designios. Aramburu y Etxeberria lo tienen tan claro como Txapote. Los que dejamos la adolescencia hace mucho, también. Platero se fue con otros. A nosotros nos abandonó hace tiempo. |
José Carlos Navarro Muñoz |
http://www.larazon.es/cartas.htm LA RAZÓN 28/06/06
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